LAS FOTOS DE ALEJANDRO LORENTE. Por Luis Fayad

La serie de fotografías que expone hoy Alejandro Lorente tiene como finalidad multiplicar el empleo que se les da a los objetos, buscar en ellos una vida que sea diferente a la que les ha otorgado la naturaleza o el hombre. Para lograrlo, el fotógrafo no sorprende al objeto desprevenido sino que lo coloca él mismo en un escenario y a su manera le infunde una postura espontánea. Utiliza los principios de la pintura en sus tres elementos, composición, línea y color. Es una composición estudiada, es la foto de estudio, es otro sistema en la creación artística, cuyo propósito se encamina a revelar una nueva apariencia estética de los objetos y sus diversas posibilidades de presentarse en el mundo.

Con esta concepción de la fotografía basada en el cálculo y en el montaje previo de los objetos, se varía el deleite de las sensaciones y se transmiten los sentimientos con su propia variante. El autor y su historia personal aparecen a través de alegorías, y el espectador puede experimentar sentimientos que están guiados por sus inclinaciones. En el cuadro "Limón contra el viento" se ve un limón encerrado en un paisaje de hojas.Su color es un brillo amarillo que se armoniza con los verdes de la maleza, pero luego de esta primera impresión diletante, puede brotar algo más a través de la mirada: pesar y hasta cariño por ese limón perdido en la selva. Las posibilidades de otros juicios están en cada cuadro. "Limón a trasluz", en el que por artificios del trabajo se llega a una imagen impresionista y los girasoles recortados en el cielo semejan algas bajo el mar. En general, en los otros cuadros, se usa el elemento surrealista, que es una manera de expresar la realidad.

A propósito recuerdo que en la literatura, en poemas y cuentos, se manifiesta la inquietud por la vida individual de los objetos y los escritores les infunden razón y reproducen sus charlas. En el caso de esta exposición se ve, además, la charla del autor con los objetos.

También recuerdo, entre estas citas literarias, el nombre de Lautremont, quien definió la poesía como el encuentro de una máquina de escribir con un paraguas. De acuerdo a uno de los cuadros aquí colgados, sin acudir a una ocurrencia de la mente sino a una muestra visual, puede afirmarse que poesía es el encuentro de un velero con unos limones lustrosos.

No hay figuras humanas en estos cuadros, pero su presencia se recuerda en la relación de un objeto con el otro. Hay una relación de compañía, de grupo, de amistad. Las cafeteras en la playa o ya dentro del agua son una familia disfrutando de las vacaciones. El movimiento lo da la distribución de los objetos, las cafeteras que parecen sorprendidas por el lente en una mañana de esparcimiento en su vida. Otro movimiento lo crea la forma de los protagonistas, que se adelgazan en el centro y dejan un espacio por donde pasa el aire. Las reminicencias a un óleo, otra vez, están en el equilibrio deliberado de líneas, curvas y rectas. Foto o pintura, en cada toma fotográfica se considera primordial el contraste, el concierto y las gamas de los colores. En cada una los objetos son espacios para el color, y así el fondo de un paisaje es el firmamento, pero con la misma importancia es un espacio para que lo ocupe una capa de color azul, el plano intermedio son un molinillo, dos cafeteras y un teléfono, pero sus formas son imprescindibles porque las llenan el rojo y el blanco.

Cada apreciación de los cuadros es personal, y digo la última mía. En un cuadro, la parte superior del fondo la ocupan el color azul del cielo y el marrón de las rocas, y entre los dos, en primer plano, posa una manzana roja. En mi caso tengo la sensación de que a mi mirada no la atraen las formas del fruto a pesar de su exquisitez, sino el color que lo colma, el rojo que se hace más vistoso entre el marrón y el azul y logra su personalidad completa para convertirse en el verdadero punto de atracción.

Luis Fayad

 

 

 

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